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¿QUO VADIS, MÉXICO?

  • Foto del escritor: Gonzalo Santos
    Gonzalo Santos
  • 13 feb
  • 3 Min. de lectura

He aquí un excelente análisis de la encrucijada en la que se encuentra México: seguir pasivamente aferrándose como semiperiferia de una integración neoliberal, onerosa, y asimétrica con EE.UU. cada vez más desventajosa, o aprovechar la oportunidad actual para adoptar un nuevo paradigma de desarrollo que no dependa del poderoso vecino del norte, que hoy lo despecha y abiertamente ataca buscando una aún mayor sumisión.


Las élites económicas y políticas mexicanas, que le apostaron a la integración neoliberal con Estados Unidos y Canadá desde los años 80 del siglo pasado, han venido teniendo una enorme dificultad para encarar la realidad cada vez más desventajosa y palpable de esa apuesta, hoy por hoy innegable ante los ataques, violaciones, y amenazas trumpianas. 


En el periodo del PRIAN se doblegaron completamente, hasta legalizar, en el tal "Pacto para México," la entrega del sector energético a las transnacionales extranjeras - el último sector económico que le quedaba a México.


En el periodo de AMLO se rectificó esa entrega muy a tiempo y se impulsó un plan de desarrollo híbrido - con el sector público recuperando el sector energético y lanzando grandes proyectos de infraestructura, pero ahondando y ampliando la penetración del capital global en el sector privado de la economía (renegociado con Trump 1.0 en el T-MEC). El precio a pagar fue fungir gratis de Migra para contener los flujos migratorios a como diera lugar, y abandonar a la diáspora mexicana a su suerte.


Hoy la voracidad de Trump 2.0 no deja lugar a duda que va por el sector energético, que es lo que realmente está detrás de las amenazas arancelarias e inclusive intervencionistas, además de va por vaciar a EE.UU. de migrantes mexicanos y latinoamericanos con estatus irregular, y hacer que México los absorba, de nuevo de a gratis.


El argumento principal de la élites mexicanas para "persuadir" a Trump 2.0 que desista de esos ataques y amenazas, y se comporte como "socio", "vecino", y "aliado" de México, ha sido que México es el destino ideal del nearshoring en las actuales condiciones geopolíticas de creciente rivalidad con China - la reubicación de todas las cadenas de producción manufactureras que EE.UU. estableció en y con China y el Este de Asia en la época de oro de la globalización neoliberal (1990s y 2000s). 


Marcelo Ebrard, el portavoz más elocuente y persistente de este argumento, insiste en cada oportunidad que se presenta, que la mejor - inclusive la única - manera que Estados Unidos va a poder competir con China es, precisamente, fortaleciendo la integración de Norteamérica, y muy especialmente con México.


Hasta el día de hoy - y lo que explica la "inagotable paciencia" y el repliegue pasivo del gobierno de Claudia Sheinbaum ante los ataques, amenazas, y provocaciones de Trump 2.0 - ese argumento y la esperanza de con él "convencer" a Trump 2.0, siguen siendo la brújula que guía al gobierno mexicano ante los crecientes embates trumpianos.


Lo que argumenta este ensayo es que llegó la hora de cuestionar, "con cabeza fría" como dice la presidenta, si esa estrategia y esperanza es viable, inclusive realista, o si llegó el momento de encarar la realidad y dar un audaz golpe de timón y entender que, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, ya se cerró, por razones históricas y estructurales mucho más profundas que tienen que ver con el caos que envuelve a Estados Unidos, el idílico proyecto de integración neoliberal de Norteamérica proclamado en 1994 con el TLCAN y continuado con el T-MEC, y que ahora nos encontramos en una encrucijada y estamos a la deriva.


México está siendo tratado como el traspatio más cercano del Sur Global, y toda ilusión de ser tratado como socio en igualdad del Norte Global está siendo rudamente disipada por la realidad actual del trumpismo galopante, que le importa un bledo la integración balanceada y armoniosa del continente, sino solo su sometimiento.


Tendremos que volver la mirada al Sur, y a nuestra diáspora en EE.UU., para encontrar nuestros aliados estratégicos verdaderos, y con ellos emprender el difícil camino a redefinir nuestro destino.

 
 

Unidad Panamericana por Diego Rivera, 1940

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