REMEMBRANZAS DEL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DEL '68 EN MÉXICO
- Gonzalo Santos

- 30 sept
- 4 Min. de lectura

Esa noche de la fotografía hace ya 56 años exactamente, el que escribe estas lineas se encontró trepado en el toldo de un camión urbano, arengando con un megáfono a treinta mil estudiantes que, desafiantemente, habían salido a marchar de tres universidades, convergiendo en el centro de Monterrey, Nuevo León.
Ante la absoluta censura en todos los medios, salimos los jóvenes universitarios regiomontanos - por primera vez en todo el país - a denunciar y conmemorar el primer aniversario de la atroz masacre de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, Ciudad de México, por órdenes del presidente Gustavo Díaz Ordaz.
El año anterior, 1968, pasé todo el verano en la Ciudad de México y participé en muchas de las marchas multitudinarias del movimiento estudiantil pro-democrático que surgió ese junio, que ante la represión e intransigencia del régimen autoritario de entonces solo creció hasta expandirse a nivel nacional y lograr la adhesión de más amplios sectores sociales.
Fue el equivalente a lo que 21 años después surgió en China, en la Plaza de Tiananmén, el enorme movimiento también liderado por jóvenes idealistas demandando la libertad y la democracia.
Lo único que me salvó de no haber sido masacrado el 2 de octubre de ese año fue que tuve que regresar a Monterrey a mediados de septiembre, para empezar clases de nuevo.
Pero miles de estudiantes universitarios de la Ciudad de México no corrieron esa suerte. Para parar en seco el movimiento estudiantil antes de la inauguración de las Olimpiadas ese 12 de octubre, Díaz Ordaz ordenó al Ejercito Mexicano reprimirlo brutalmente en un mitin en Tlatelolco ese 2 de octubre y desatar una guerra sucia de arrestos, torturas, y asesinatos de jóvenes.
Nadie supo en todo el país a ciencia cierta lo que pasó. La televisión se enfocó en celebrar las olimpiadas, que llenaron de orgullo y entusiasmo al país por ser el primer país latinoamericano en patrocinarlas. La cacería de disidentes continuó sin que nadie se percatara de lo que sucedió y seguía.
De ahí la imperiosa necesidad de salir a la calle y romper el cerco mediático. ¿Pero cómo, quién, y dónde hacerlo?
Monterrey, todas las universidades unidas para conmemorar el primer aniversario de la masacre de Tlatelolco, ¡eso decidimos los que ahí estábamos!
Había ordenes de aprehender a los líderes estudiantiles que estaban desafiando el cerco informativo, se nos notificó, supuestamente "ya firmadas por el comandante de la zona militar de Monterrey". Yo estaba en lista, por ser uno de los organizadores.
Aun así, decidimos llevar a cabo nuestra audaz marcha y manifestación. Los compañeros organizadores de las otras universidades me pidieron que yo fuera el primero en dirigirme a la manifestación, como el organizador del contingente de estudiantes del Tecnológico de Monterrey. La idea era que la prominente presencia de estudiantes de esa prestigiosa universidad privada, con estudiantes provenientes de las élites mexicanas, haría pensar al gobierno dos veces antes de atreverse a reprimir el evento. Acepté.
Así fue, a pesar de las amenazas. Los militares - dada la concurrencia masiva a la marcha y manifestación - no se atrevieron a arrestarnos. Y lo mejor de todo: El cerco mediático de censura fue roto espectacular y permanentemente.
Esta foto la sacó mi entrañable amigo y compañero del Tec, Jesús Torres. Décadas después, con la llegada del internet, me localizó y me la compartió.
De todas las fotos que guardo de mi participación en los múltiples movimientos sociales desde entonces para acá, ya más de medio siglo, tanto en México como en Estados Unidos, esta es la que más atesoro, la que más me motiva a seguir alzando la voz. Hoy más que nunca se requiere hacerlo en la siniestra edad oscura por la que transitamos en los Estados Unidos.
Tenía 19 años, a dos días de cumplir los 20. Estudiaba física y matemáticas. Practicaba el senderismo - ¡ya había escalado el Cerro de la Silla dos veces! Y por si fuera poco, ¡ya tenía mi primera novia, defeña estudiante de cinematografía a la cual le escribía elaboradas cartas todas las noches! La vida era un libro abierto y en blanco, y yo ya empezaba a escribir mis azarosas primeras páginas. Pronto otras aventuras en otras tierras, por otras causas, seguirían.
Muchos capítulos ha de eso, es cierto, pero el recuerdo de ese tiempo y el indominable heroísmo e idealismo de mi generación sigue tan vivo como si fuera ayer. Me marcó para siempre. ¡Ahora, otros jóvenes y otros capítulos heroicos quedan sin duda aún por escribir! Porque aquí nadie se rinde, ni se vende, ni se va.
✊ ¡La lucha sigue y sigue! ✊ ¡El 2 de octubre ni se olvida ni se perdona! ✊
✊ ¡Adelante, mi linda gente, duro y a la cabeza contra el maga fascismo! ✊



