A SEIS AÑOS DE DISTANCIA, ¡LO QUE YA VEÍA VENIR!
- Gonzalo Santos

- 6 mar
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Les comparto un ensayo teórico-histórico que escribí el 10 de julio del 2018, hace seis años y medio.
AMLO y Morena llevaban solo 9 días de su gran triunfo electoral del primero de julio del 2018. La primera delegación de alto nivel de Washington estaba por arribar a la CDMX.
Fue entonces que me di a la tarea, y tuve la osadía, de pensar a fondo y de prisa, y compartir con los que pudiera contactar en el nuevo gobierno de la 4T, lo que, en mi opinión, sería el gran reto que enfrentaría México en su relación con Estados Unidos, no solo en ese sexenio sino en adelante e indefinidamente - dado que EE.UU. ya se encontraba presidido por Donald Trump y su nuevo proyecto neofascista/revanchista/mercantilista, abiertamente xenófobo y racista.
Quería iluminar, motivar y convencer a nuestros gobernantes de la gran necesidad y del gran peso que tendría la resistencia de México y su enorme diáspora, no solo en la dirección de la relación bilateral sino en la dirección de la historia mundial, durante este peligroso y caótico periodo de transición del sistema-mundo capitalista, ya agonizante, hacia un futuro incierto, acelerado por el visible desplome de la otrora incuestionable hegemonía global estadounidense.
Fui desoído, por supuesto. El gobierno y las élites políticas y económicas mexicanas en su conjunto continuaron, como lo hicieron durante los cinco sexenios neoliberales pasados, redoblando sus esfuerzos y apostándole a la más estrecha integración económica posible con EE.UU., ahondando con el renegociado T-MEC la ya de por sí profunda dependencia económica asimétrica existente. Y el gobierno mexicano terminó doblegándose bajo amenazas de aranceles, y en aras de la buena vecindad entre “socios”, en el tema migratorio y otros temas, para complacer a la nueva administración ultra xenófoba y cada vez más mercantilista, arrojando a la desprotegida diáspora mexicana y a los crecientes flujos migratorios latinoamericanos, que estaban encarando feroces persecuciones, bajo el proverbial autobús, y otras linduras más - como ir a la Casa Blanca a ofrecer loas y "dar gracias" al "amigo Trump" en plena campaña de reelección). Y los niños enjaulados y las familias de refugiados interceptadas en tránsito y deportadas desde ambos países, ¿qué?
Luego, dado el gran caos que se engendró durante el periodo de Trump (Covid, autogolpe, etc.), entró Biden y sus pusilánimes demócratas liberales - que siempre tuve claro ni tenían la voluntad ni la capacidad de enfrentar - mucho menos derrotar - al emergente reto neofascista. Además, como lo advertí en su momento, aquí y aquí, el panorama internacional se volvió cada vez más turbulento y polarizado como resultado de la crisis de gobernabilidad mundial por la ausencia de una nueva visión y liderazgo internacional.
También alerté del acelerado avance del Proyecto Fascista del movimiento MAGA, de camino a controlar todas las ramas del gobierno federal bajo su implacable líder máximo, Donald Trump, que venía con todo y más rabioso y revanchista que nunca a arrebatarles el poder a los timoratos demócratas, y que contaba ya con una enrome base social y el apoyo más abierto de la plutocracia estadounidense.
¿Cuál fue la respuesta de los demócratas? Seguir en el mismo trayecto moderado, repitiendo los mismos errores de cálculo del pasado. De hecho, alarmados, el tema migratorio rápidamente degeneró al adoptar ellos mismos las crueles y extremistas medidas restriccionistas contra los solicitantes de asilo que antes "denunciaban". Lo mismo ocurrió con el genocidio en Gaza. Que Biden patrocinó sin chistar. La guerra sustituta entre EE.UU/OTAN y Rusia/China en Ucrania también se estancó y prolongó sin visas a una resolución negociada, por terquedad de ambas partes. El mundo entró en un periodo muy peligroso de inestabilidad geopolítica y chaos sistémico.
El predecible resultado de esas elecciones desangeladas en EE.UU fue que millones de negros, latinos, árabes, y progresistas no fueron a las urnas. ¡Cómo no iban a perder los demócratas centristas y allanarle el camino al retorno del tigre suelto trumpiano, que llegó con furia redoblada contra todos, como estamos viendo hoy, pero muy ensañadamente contra México y su diáspora!
Ahora vemos el fruto podrido de esa trágica opción estratégica adoptada por Morena y el resto de la clase política mexicana, no se diga las élites económicas, vis-a-vis el MAGA trumpismo, de seguir tratando de apaciguar, “persuadir” y aplacar al tigre neofascista a como dé lugar y por encima de todo, para seguir siendo esos grandes "socios" y "amigos" que creíamos ser.
Creo que ya para estas fechas, cuando Trump ya impuso (y pospuesto una y otra vez, jugando al gato y al ratón) sus desquiciados aranceles y amenaza también con intervenir militarmente, el análisis de mi ensayo de hace seis años y medio ha sido, lamentablemente, confirmado por los hechos. Las posiciones teóricas y las recomendaciones de empezar a llevar a cabo un cambio en la estrategia global de México han pasado la prueba del tiempo. Desgraciadamente, mis advertencias resultaron proféticas y se ha perdido mucho tiempo persiguiendo callejones sin salida.
¿Escucharán ahora los que llevan las riendas del país en México? Creo que ya empiezan a darse cuenta en la nueva y más combativa administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, e inclusive en sectores de la clase empresarial, y no se diga en la diáspora mexicana que ya se moviliza, que hay que dar un golpe de timón, unirse, y dar una lucha sin cuartel, antes que el trumpismo desbocado nos arrastre a todos a una vorágine catastrófica.
No todo está perdido. Aunque se ha perdido tiempo valioso. México y su diáspora hoy ambos bajo ataque, al igual que muchos otros países de Nuestra América y sus diásporas, aún están a tiempo para hacer un frente común de resistencia y empezar a recuperar terreno, contribuyendo así a la derrota de la amenaza fascista en Norteamérica y forjar un nuevo futuro para nuestros pueblos y para el mundo entero. Seguimos teniendo esa responsabilidad histórica y urgente, tanto los mexicanos radicados en México como los mexicanos y latinos en las diásporas en EE.UU.
Entre los pueblos y gobiernos latinoamericanos, urge formar un gran Frente Transnacional de Resistencia Migrante y entre los estados de la CELAC, retomando la visión de nuestros próceres revolucionarios, forjar un Frente de Resistencia Anti-imperialista y un nuevo Proyecto de Integración Continental. México debe reconectarse con el Sur Global en general, y ya debe buscar membrecía en el BRICS+. Además, debe buscar ya lazos comerciales mucho más robustos con la Unión Europea y el este de Asia.
Pero para dar esos pasos se requiere ya, de una vez por todas, quitarse las viseras conceptuales que no nos permite entender lo que está pasando en los Estados Unidos, y los lentes rosados que hemos portado por décadas celebrando nuestra “asociación entre iguales” con ese superpoder en crisis estructural, y ver lo que realmente confrontamos en nuestra turbulenta región desde hace ya bastante tiempo. Nos llegó el momento a todos, de ambos lados de la frontera, de encarar la verdad y actuar.
Estos son tiempos de audacia - tanto en el campo de las ideas como en el campo de las acciones, domésticas e internacionales. Hay que desaprender todo lo que no funcionó y solo nos extravió, e inventar todo un mundo nuevo – toda una nueva arquitectura para nuestra región, de la mano de otras fuerzas en resistencia contra el fascismo trumpiano - con valentía, determinación, unidad, e imaginación.
Ahí queda de tarea.



