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EL PUNTO CIEGO DE AMLO Y LA 4T - POR QUÉ NO SUPIERON DEFENDER A LA DIÁSPORA MEXICANA

  • Writer: Gonzalo Santos
    Gonzalo Santos
  • Apr 22, 2024
  • 10 min read

Mucho se ha hablado - y yo, en particular, constantemente denunciado - cómo, ante dos reprobables comportamientos en las últimas cuatro décadas del gobierno estadounidense, a saber (a) las graves injusticias y crueles leyes y tratos que sufren las diásporas mexicanas y latinoamericanas en Estados Unidos, y desde el 2018 (b) las prepotentes amenazas hacia el gobierno de la 4T para acatar los dictados draconianos para contener los nuevos flujos migratorios, primero provenientes del régimen xenófobo y racista de Donald Trump y luego del restriccionista de Joe Biden, AMLO y su gobierno han venido guardando estricto silencio alrededor de lo primero - (a) - y sucumbiendo ignominiosamente ante lo segundo - (b).


Claro, ambos comportamientos – vergonzoso silencio y complicidad sumisa – han venidos acompañados de la simulación, aderezada con un meloso y zalamero discurso oficial desde Palacio Nacional celebrando la gran "amistad" y "respeto" entre los mandatarios, y recalcando cómo ambos presidentes estadounidenses, Trump y Biden, "siempre han sido respetuosos de nuestra soberanía".


La cosa llegó a un nivel tal de impudicia que cuando AMLO visitó la Casa Blanca el 8 de julio del 2020, en un viaje programado para coincidir con la campaña de reelección del nefasto Donald Trump, el presidente mexicano - que no tuvo tiempo para reunirse con las organizaciones de la diáspora mexicana - le agradeció públicamente "...a usted, Presidente Trump, por ser cada vez más respetuoso con nuestros paisanos mexicanos." (¡sic!)


Tres años después, durante la visita del presidente estadounidense Joe Biden a Palacio Nacional en 9 de enero del 2023, volvió a repetir AMLO su "agradecimiento" a Biden por su "gran apoyo" a los paisanos mexicanos y "respetar nuestra soberanía". Biden acababa de cerrar varios puertos fronterizos para presionar a México a redoblar el trabajo sucio de interceptar refugiados antes que llegaran a la frontera con EE.UU. Hubo disimulo. Ahí AMLO le pidió a Biden públicamente y por primera vez que haga lo posible para legalizar a los 4 millones de paisanos indocumentados varados desde hace décadas en un limbo legal, y que si quería reducir los flujos migratorios terminara ya con los bloqueos a Cuba y Venezuela. Sin que Biden se comprometiera a nada acordaron, ya detrás de puertas cerradas, implementar nuevas medidas duras que Biden exigía para interceptar, detener, y deportar a más migrantes en tránsito por México, lo cual México fielmente cumplió sin recibir nada a cambio.


Esta postura la he venido observando, denunciando, y explicando durante el régimen de la 4T como el resultado de la prioridad estratégica que el gobierno mexicano, como los anteriores, le ha dado a mantener y reforzar la relación económica bilateral, regulado desde los años 90 por los tratados de libre comercio TLCAN y T-MEC, por encima de la defensa de la enorme diáspora mexicana (40 millones de residentes de origen mexicano que viven en Estados Unidos), y no se diga por encima de la defensa y protección a los migrantes latinoamericanos que arriban a México por la frontera sur con Guatemala, de camino al norte. La consigna, que el presidente ha expresado repetidas veces, es que "no nos vamos a pelear"  ni a arriesgar nuestra buena relación económica por el tema migratorio, ni en México ni en EE.UU. Las duras críticas, cuando las ha habido, han sido dirigidas a congresistas y gobernadores trumpistas, más nunca a Trump. Éste, en cambio, repetidamente se ha vanagloriado de cómo sometió a México a sus dictados.


Yo nunca me logré explicar por qué, aún admitiendo la prioridad estratégica del vinculo económico con EE.UU., AMLO y su equipo gobernante estaban tan dispuestos a claudicar de  manera tan rápida, ignominiosa y avasallada en los tema de la defensa de nuestra propia diáspora y los derechos humanos de los migrantes en tránsito; por qué no asumían una postura, sino más digna y desafiante, por lo menos más "transaccional" - como por ejemplo lo hace Turquía con la Unión Europea, donde Truquía intercepta, retiene y hospeda a los grandes flujos de refugiados de las guerras regionales - desde Siria hasta Irak, Yemen y Afganistán - a cambio de (a) fuertes aportaciones anuales de billones de euros para sufragar los gastos humanitarios, y (b) un mucho mejor trato y facilidades a la diáspora turca en Europa.


¿Por qué no podría hacer lo mismo México? ¿Por qué aceptar fungir como bodega de solicitantes de asilo rechazados o retornados por EE.UU., o guardias fronterizos contra los flujos que llegan del sur, sin que Estados Unidos aporte los recursos para su ejecución? ¿Por qué acordar desviar de su misión a la flamante y costosa Guardia Nacional para interceptar migrantes y al INM para encerrarlos y deportarlos, sin que Estados Unidos pague “un solo penny”, como dice Trump y Biden se hace de la vista gorda, por toda esa "cooperación entre países amigos"?


O sea, ¿por qué México, aun claudicando a los crueles dictados anti-migrante de su poderoso vecino para mantener vigente la relación económica, no intentó siquiera "transar" con los gobiernos gringos en turno - cínicamente y a costa de los derechos sociales y humanos de la diáspora mexicana y los migrantes latinoamericanos si se quiere, pero por lo menos para que "paguen los gringos por el servicio", para que a los rechazados por EE.UU. o arribados a México se les de un trato humanitario digno y puedan ser integrados a la sociedad mexicana?


No es como que México no tiene un enorme poder de negociación. Para empezar, como país soberano, siempre ha podido rehusarse a cooperar, desde dejar transitar libremente a todo migrante que quiera transitar el país hacia el norte, como no aceptar a ningún deportado o expulsado fronterizo del lado gringo que no sea mexicano. Inclusive en el ámbito económico México tiene gran poder de negociación, desde imponer sus propios aranceles, hasta favorecer otros capitales extranjeros (de Europa y el este de Asia), voltear la mirada al proyecto de integración con Sudamérica, como afectar de mil maneras a las compañías y residentes estadounidenses en México.


Además, no hay que olvidar a nuestra diáspora - ¡siempre podríamos "alborotarles la gallera" a los que nos atacan en su propia tierra con nuestra combativa diáspora! ¿Que tal fomentarles no solo "un día sin mexicanos", sino una semana sin paisanos trabajando, amenazando con incrementos escalonados, de ser necesario, de un día más cada mes que no ser resuelvan los problemas generados por los ataques y la asimétrica relación binacional?


Siempre me pareció un exceso de timidez y hasta una inusitada cobardía política - una suerte de mentalidad neocolonizada que sobrevaloraba al poderío gringo y subvaloraba al nuestro mexicano. Eso, lo entendía había sido el lamentable caso de los gobiernos anteriores del PRI y el PAN, campeones del modelo de integración neoliberal de América del Norte a expensas de su pueblo trabajador. ¿Pero también AMLO?


Fue el mismísimo Carlos Salinas de Gortari el que acordó con Bush padre, y luego Clinton, sacar el tema migratorio de la mesa de negociaciones para el futuro TLCAN, quedándose callado cuando este último ordenó, a los 10 meses de que el TLCAN entrara en vigor, amurallar la frontera entre Tijuana y San Diego, empezando el 1ero de octubre de 1994 con la infame "Operation Gatekeeper".


A los dos meses de eso entró el régimen del sucesor priista Ernesto Zedillo, que también durante su sexenio se quedó callado ante las leyes draconianas anti-migrante y anti-diáspora mexicana firmadas por Bill Clinton en 1996, leyes que dramáticamente redujeron las protecciones legales de los residentes legales, criminalizaron la migración irregular, y aumentaron las deportaciones y encarcelamientos masivas de migrantes.


Cuando ganó el panista Vicente Fox la presidencia en el 2000, aumentó mucho las esperanzas en la diáspora, cuando declaró como su prioridad negociar un nuevo tratado migratorio binacional con su par, Bush hijo; y en septiembre del 2001 fue a Washington a aleccionar y exigirle al Congreso gringo, como "principal socio estratégico" de los Estados Unidos que pasaran la tal "enchilada completa" ¡antes de fin de año! Recibió una ovación.


Para su desgracia, los atentados del 11 de septiembre a los pocos días de su visita enterraron toda negociación de un tratado migratorio bilateral y pronto los republicanos neoconservadores convirtieron el tema de la migración en un tema de seguridad nacional y combate al terrorismo. Fox se resignó y pronto dejó de insistir. Para cuando la Cámara de Representantes pasó en diciembre del 2005 la propuesta ley anti-migrante más feroz de la historia reciente - la infame HB 4437, que desató las más grandes marchas de protesta migrantes en la historia de los Estados Unidos - el gobierno mexicano brilló por su conspicuo silencio y su ausencia. Los migrantes de las diásporas mexicanas y latinoamericanas marcharon y lucharon por su cuenta desde el 2006 hasta la fecha, desamparados y sin el más mínimo apoyo diplomático o político del gobierno mexicano. Fox resultó ser "puro pájaro nalgón".


Fue peor en los sexenios del panista Felipe Calderón y priista Enrique Peña Nieto, que desde el inicio de sus mandatos declararon abiertamente que el tema migratorio era un tema exclusivamente "doméstico" de los Estados Unidos (¡doble sic!) y que ellos no debían interferir en los asuntos domésticos de su vecino. Se lavaron las manos en ese periodo de feroces persecuciones, detenciones, y deportaciones a los migrantes y su lucha para resistirlas.


Ante esa larga historia de traición, abandono y negligencia a la diáspora mexicana y los migrantes de países hermanos, AMLO y Morena hicieron la promesa de campaña que habría un golpe de timón a favor de su defensa, en adelante más firme y decidida. Pero esa promesa no duró mucho. De hecho, la claudicación empezó aun antes de la toma de posesión de AMLO, cuando el futuro secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, acordó en secreto con su par estadounidense Mike Pompeo la cooperación con el programa "Quedate en México" para embotellar del lado mexicano de la frontera a los solicitantes de asilo, dejándolos en condiciones de hacinamiento total y sin ningún apoyo financiero de EE.UU, para “disuadirlos”. Es que Trump amenazaba cerrar la frontera si no se hacía así. Cruelty was the point.


Pronto fue purgado el nuevo director del INM, Tonatiuh Guillén, ex-presidente del Colegio de la Frontera Norte, cuando trató de implementar nuevas políticas humanitarias hacia los migrantes y pusieron en su lugar a un ex-carcelero. Para junio del 2019, AMLO/Ebrard, bajo nuevas amenazas de imponer aranceles, acordaron implementar todas las medidas draconianas que demandaba Trump, usando al INM y la GN sin ningún apoyo económico gringo, de a grátis.


Así continuó el asunto hasta el año pasado, cuando AMLO sorpresivamente rehusó ir a un encuentro cumbre sobre migración en Los Ángeles, pero solo porque Biden no invitó a Cuba y Venezuela, no porque Biden seguía implementado todas las medidas draconianas trumpistas en la frontera y no había movido un dedo por regularizar a los indocumentados. Su emisario Ebrard, que fue en su lugar, prometió cooperación, no exigió nada, ni tampoco tuvo tiempo para reunirse con las organizaciones de paisanos y el movimiento pro-migrante.


Luego en la visita de Biden a México del año pasado, como mencioné, AMLO le “pidió” a Biden que legalice a los 4 millones de indocumentados de la diáspora mexicana, sin recibir respuesta, y aceptó seguir "cooperando" persiguiendo migrantes sin recibir nada a cambio.


En la reciente entrevista en "60 Minutes" (CBS), AMLO contestó a pregunta expresa de si va a seguir cooperando con EE.UU. restringiendo los flujos migratorios diciendo que “sí, aunque esté en desacuerdo, porque somos socios". Claudia Sheinbaum, candidata presidencial por Morena, dijo otro tanto en la entrevista reciente con Canal Red Latinoamérica, y expresó “seguir abogando [con EE.UU.] por resolver el asunto migratorio por la vía del desarrollo.” (¡sic!)


Cuando el Departamento de Estado de EE.UU emitió su informe anual este pasado lunes sobre derechos humanos en el mundo y en el caso de México detalló una larga lista de abusos y violaciones de derechos humanos, AMLO lo rechazó, diciendo que ellos deben ser respetuosos de la soberanía de México “así como México no se involucra ni hace señalamientos de la situación interna de Estados Unidos”, censurando que “se sitúen como los jueces del mundo”. Subrayó que el gobierno mexicano no emite cartas de buena conducta a EE.UU., diciendo,


“nosotros no les decimos, por qué tienes un candidato hostigándolo en los juzgados y por qué destinas miles de millones de dólares para la guerra y por qué no liberas a Julian Assange que lo tienen encarcelado injustamente? ¿Por qué no atiendes a los jóvenes que fallecen por la adicción al fentanilo? ¿Por qué reprimes y maltratas a los migrantes?"


Aparte de que AMLO sigue inexplicablemente defendiendo a su “amigo” Trump, AMLO afirma que respetar la soberanía de Estados Unidos requiere no emitir juicio alguno sobre las persistentes violaciones a los derechos humanos de las diásporas y flujos migratorios mexicanos y latinoamericanos en EE.UU. O sea, en defensa de la soberanía de México, para que no se inmiscuyan los gringos en nuestros asuntos, piensa AMLO, México no debe inmiscuirse en el tema de la feroz persecución a su propia diáspora en EE.UU. ¡Vaya “defensa” a los paisanos!


Esa mentalidad excluye a la diáspora mexicana como parte constitutiva de la nación mexicana, reduce el compromiso del Estado mexicano a velar por los intereses y derechos individuales - no colectivos - de los ciudadanos mexicanos residentes o de paso por ese país, proveerlos de servicios consulares adecuados, más no de un decidido y robusto respaldo diplomático y político ante los ataques colectivos que enfrenta incesantemente con el Estado americano.


Ese es el punto ciego de AMLO, del gobierno de la 4T, y de Morena hasta la fecha. No están dispuestos a dar la lucha por la diáspora mexicana, aun cuando le aplauden y agradecen en toda ocasión su heroico sacrificio y generosa aportación de remesas (más de $60 mmd al año) para el bienestar y prosperidad de la nación mexicana - en México -, sin que se sientan con la obligación de "arriesgar" la relación bilateral de "socios" con quien los ataca, ni siquiera con el derecho de intromisión en la "soberanía" de los Estados Unidos.


Esa postura de lavarse las manos de la diáspora con argumentos de "soberanía nacional" es una postura chovinista y "nacionalista angosta". También es geopolíticamente miope al no reconocer que el verdadero aliado estratégico de México en EE.UU. no son ni los gobiernos demócratas ni los socios comerciales gringos, sino la enorme diáspora mexicana y panetnicidad latina, dispuestas a dar, si se le pide, la lucha sin cuartel por defender a México cuando sea necesario, ante los embates e intervenciones del imperio - hoy sumido en un peligroso caos político y geopolítico sin vista a ser superado pronto. Tiempos turbulentos requieren de cerrar filas en toda la nación mexicana ante sus posibles enemigos – no dejar desamparada una gran parte en su diáspora.


Pero para entender eso, hay que primero descolonizar la mente de la clase política mexicana en su conjunto – tanto su mentalidad chovinista y nacionalista angosta hacia su diáspora como sus actitudes vasallas hacia Estados Unidos. Y eso solo va a ocurrir bajo la fuerte presión social de los movimientos sociales tanto en México como en la diáspora mexicana y latina en los Estados Unidos. Los gobiernos, al final de cuentas, solo así responden.


¡Por una Norteamérica sin fronteras! ¡Si hay libre comercio, que haya libre tránsito! ¡Al diablo tanto con el chovinismo y nacionalismo angosto de las clases políticas como con el vasallaje hacia Estados Unidos!


¡Los mexicanos somos un pueblo que trasciende fronteras! ¡Migrantes somos todos y en todos lados somos seres humanos con plenos derechos!


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Pan American Unity by Diego Rivera, 1940

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